lunes, 13 de junio de 2016

Palabras de otro (III)

Hotel

El cuarto de un hotel está siempre desangelado. En él suele haber cortinas grises que ocultan del sol y mesitas de noche que tiritan de ausencia.

Uno se encuentra por todas partes con cajones vacíos y armarios inhóspitos, con pastillas de jabón envueltas en celofán. Las sillas se vuelven incómodas, te expulsan de sus vidas y el borde de la cama en la que te sientas después, apesadumbrado, chirría soledad.

En todos hay un espejo en el que es imposible no ver a un tipo solitario que te mira asombrado. En cada cuarto de hotel, de cualquier hotel, siempre habita un extraño.

Y cuando te sientes extraño, cuando te miras asombrado sin saber lo que quieres, cuando ves a un tipo solitario en el espejo y la soledad chirría en la cama y las sillas se vuelven incómodas y los cajones llenos parecen vacíos y la luz de la mesita tirita una ausencia desangelada, entonces, te das cuenta de que la vida es el cuarto de un hotel.

Y ya no sabes en dónde estas, ni a qué viniste, ni desde dónde, ni con quién.

(Mayo-2009)

1 comentario:

  1. Umbrío por la pena, casi bruno,
    porque la pena tizna cuando estalla,
    donde yo no me hallo, no se halla
    hombre más apenado que ninguno.

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